Sabiduría ancestral frente al cambio climático
CAMBIO.-
http://www.cambio.bo/noticia.php?fecha=2011-01-18&idn=36853
El ser humano, el chacha-warmi (hombre-mujer), como todos los demás seres vivos del cosmos-universo, forma parte de los diversos ecosistemas que se encuentran en una infinidad de regiones de la Tierra. Pero, a diferencia de los otros seres vivos, él es el único que puede modificar y alterar de forma acelerada el medio ambiente de acuerdo con sus prioridades y necesidades consumistas, y poner en riesgo el equilibrio ecológico del planeta al ocasionar el cambio climático.
Un reciente estudio científico presentado por la Liga de Defensa del Medio Ambiente (Lidema) sobre el fenómeno en el texto Vulnerabilidad de los medios de vida ante el cambio climático en Bolivia (2010) revela los impactos que provoca el cambio climático, que a la vez suscita situaciones de diversas vulnerabilidades. Se menciona que en Bolivia se está tratando de utilizar modelos climáticos destinados a comprender los cambios que afectarán el clima en las diferentes regiones y durante las décadas venideras.
“Cualquier forma para enfrentar el cambio climático es bienvenida, y principalmente las que provienen del conocimiento ancestral. Existen experiencias en nuestro país de que con esta clase de técnicas se pudieron enfrentar eventos climáticos extremos”, dice Óscar Paz, quien integró el equipo de trabajo en la producción del texto junto a los investigadores Freddy Tejada, Susana Díaz e Ívar Arana.
Los antiguos suka kollus o camellones, una tecnología agrícola milenaria, se constituyeron en una ingeniosa adaptación para la agricultura en la región del altiplano. Estuvieron relacionados con montículos, diques, canales y extensos terraplenes que conformaron grandes y productivos complejos agrícolas.
Los arqueólogos explican que con los suka kollus se formaba una especie de “manto térmico” beneficioso que protegía los cultivos de las heladas que los destruyen.
Las terrazas agrícolas también formaron parte de la tecnología ancestral agrícola, se constituyeron en un paisaje transformado que permitieron el cultivo en las laderas de las montañas.
El informe del Proyecto Mojos, ejecutado por el Centro de Estudios Hoya Amazónica en 2009, describe que en la región de los llanos del Beni habitó una cultura agrícola. Para desarrollar esta actividad en los llanos que se inundan, los antiguos habitantes de la zona crearon un extenso sistema hidráulico a fin de controlar el flujo de aguas. Entre las construcciones, como un vestigio arqueológico se encontraron canales, lagunas y lomas artificiales, diques e incluso trampas para peces. Los mojos también construyeron numerosos campos de cultivo especiales llamados “campos de camellones”, para proteger las plantas.
El retorno al conocimiento ancestral nos permitirá enfrentar el cambio climático, dijo el investigador que participó del estudio de Lidema.
El ser humano, el chacha-warmi (hombre-mujer), como todos los demás seres vivos del cosmos-universo, forma parte de los diversos ecosistemas que se encuentran en una infinidad de regiones de la Tierra. Pero, a diferencia de los otros seres vivos, él es el único que puede modificar y alterar de forma acelerada el medio ambiente de acuerdo con sus prioridades y necesidades consumistas, y poner en riesgo el equilibrio ecológico del planeta al ocasionar el cambio climático.
Un reciente estudio científico presentado por la Liga de Defensa del Medio Ambiente (Lidema) sobre el fenómeno en el texto Vulnerabilidad de los medios de vida ante el cambio climático en Bolivia (2010) revela los impactos que provoca el cambio climático, que a la vez suscita situaciones de diversas vulnerabilidades. Se menciona que en Bolivia se está tratando de utilizar modelos climáticos destinados a comprender los cambios que afectarán el clima en las diferentes regiones y durante las décadas venideras.
“Cualquier forma para enfrentar el cambio climático es bienvenida, y principalmente las que provienen del conocimiento ancestral. Existen experiencias en nuestro país de que con esta clase de técnicas se pudieron enfrentar eventos climáticos extremos”, dice Óscar Paz, quien integró el equipo de trabajo en la producción del texto junto a los investigadores Freddy Tejada, Susana Díaz e Ívar Arana.
Los antiguos suka kollus o camellones, una tecnología agrícola milenaria, se constituyeron en una ingeniosa adaptación para la agricultura en la región del altiplano. Estuvieron relacionados con montículos, diques, canales y extensos terraplenes que conformaron grandes y productivos complejos agrícolas.
Los arqueólogos explican que con los suka kollus se formaba una especie de “manto térmico” beneficioso que protegía los cultivos de las heladas que los destruyen.
Las terrazas agrícolas también formaron parte de la tecnología ancestral agrícola, se constituyeron en un paisaje transformado que permitieron el cultivo en las laderas de las montañas.
El informe del Proyecto Mojos, ejecutado por el Centro de Estudios Hoya Amazónica en 2009, describe que en la región de los llanos del Beni habitó una cultura agrícola. Para desarrollar esta actividad en los llanos que se inundan, los antiguos habitantes de la zona crearon un extenso sistema hidráulico a fin de controlar el flujo de aguas. Entre las construcciones, como un vestigio arqueológico se encontraron canales, lagunas y lomas artificiales, diques e incluso trampas para peces. Los mojos también construyeron numerosos campos de cultivo especiales llamados “campos de camellones”, para proteger las plantas.
El retorno al conocimiento ancestral nos permitirá enfrentar el cambio climático, dijo el investigador que participó del estudio de Lidema.
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